Tonio-Cañuela


 

Manoli Rodríguez y Alicia García

 

El sábado 27 de junio estaba previsto realizar la travesía Tonio-Cañuela. Nos apuntamos al plan Los Azañón (Álvaro y yo, Manoli), Alicia, Jesús, El jefe (Pepe), Pedro, Iván y Jorge.
Alicia montó el cuartel general en la maravillosa casa de Carasa. La idea era llegar el viernes y cenar todos juntos. Y así lo hicimos. Mientras cenábamos, y entre broma y broma, íbamos perfilando los grupos y la hora de salida. El único ausente era Pepe, que por causas ajenas a su voluntad, llegaría bastante tarde…

Quedamos a las 8:15 con la idea de empezar pronto y terminar a una hora razonable para disfrutar del “postcueving” y el consabido “chuleting” en “Ca-Carasa”.
Dejamos el coche de Jorge  cerca de la boca de Cañuela y subimos con los otros dos hasta el parking donde se dejan los coches. Allí nos vestimos de “los hombres de rojo” y con todos los trebejos, las cuerdas y los víveres necesarios comenzamos la aproximación hasta la boca de la Tonio.
Hacía un día estupendo, y con todos los que íbamos, el paseo se hizo muy agradable.

Nos distribuimos en dos grupos, el primero en entrar sería el de Alicia, Jesús, Jorge y Pedro. En el segundo, estábamos Pepe, Álvaro, Iván y yo. Antes de entrar nos zampamos una quesada que nos supo la mar de buena.

 

 

 

Para Jorge, Jesús, Álvaro y para mí, era nuestro “bautismo” en esto de las travesías, así es que estábamos a la expectativa de todo lo que sucedía.
El grupo de Alicia entró a las 10:45 y nosotros decidimos esperar media hora para darles margen de maniobra. La idea era juntarnos, una vez bajados todos los pozos, en la grandiosa Sala Olivier Guillaume.

Aqui yo (Ali) le cojo a Manoli el relevo de la narración.

El primer grupo bajamos los dos primeros pozos dejándoselos ya equipados para el segundo grupo, ganando tiempo al no tener que recuperar cuerda, un pozo más (en éste ya recuperando) y el primer ¡¡pozaco!!

 

 

Disfrutamos de los siguientes descensos sin ningún problema de cuerdas…hasta que llegamos a la mítica diaclasa vertical. Aquí tuvimos nuestros más y nuestros menos, empezando por mí misma que me encabezoné en pasar por un «imposible», resultado… encajada como pieza de puzzle, pero ni pa´rriba ni pa´bajo!!. Caí en la cuenta de que el paso bueno era un poco más a la izquierda y con no poco esfuerzo conseguí desempotrarme y bajar, ahora sí, por el lado correcto… ¡¡que penuria más tonta!!

Detrás  viene Jesús, le oigo resoplar en la zona más estrecha y dice:
_ Me voy a ir por la derecha que lo veo más ancho
_ Noooo…error!! tira para la izquierda!!
_ Que no entro!!
_ Que sí!!

Y en esas andábamos cuando veo caer una luz que, cual estrella fugaz se pierde sima abajo, tanto mirar a un lado y otro calculando la estrechez, se le había desprendido el frontal del casco. Le iluminamos Pedro por arriba y yo por abajo para terminar de bajar sin problema. Jorge y Pedro con la lección aprendida por partida doble bajaron por el sitio correcto sin dudar.

Seguimos por el resto de pozos, hubo momentos en que oíamos al segundo grupo, e incluso Pedro, que iba el último recuperando pudo hablar con Pepe que venía equipando en el segundo grupo.

Pasado el segundo pozaco, pusimos el turbo, el meandro de la borrasca … esta vez sin borrasca, casi podíamos oír el eco de la gran sala y me moría de ganas por colgar mi trasero de ese magnífico rapel en volado.

En un momento estábamos los cuatro del primer grupo acomodados en los bloques de la gran sala, espectantes para ver bajar al segundo grupo. Cuando los empezamos a oir, nos salió el diablillo infantil… ¿y si apagamos los frontales y nos quedamos en silencio total?

La llegada de Pepe al balcón que accede al rapel:

Pepe:«No hay luz en la sala… estos no están!!… ALIIIIIIIIII»

Jesús diciéndome en voz baja:«¡Esconde el cigarro que nos vas a delatar con el ascua!»

Pepe:«¡¡Que capullos!!…se han ido!!»…Comienza a barrer la sala con el frontal…  «¡¡Eeeeehhh estáis ahi!! que estoy viendo los reflectantes del mono de Jesús!!»

Ali:«¡¡Manda huevos!!… yo escondiendo el cigarro y tu eres un reflectante andante»

Hasta aquí llego, de nuevo le paso el relevo a Manoli que contará las andanzas del segundo grupo por la sima y el resto de la travesía ya todos juntos.

A las 11:15 Pepe se adentró en la pequeña boca de la cueva y encabezó el descenso. Poco a poco, la boca iba engullendo a los demás, a Álvaro, a mí y por último a Iván.
Pasada la cabecera, el pozo se estrecha y la sima te da la bienvenida con un apretón y su comité de arañas.
A partir del primer pozo, y en el momento en que Iván recuperó la cuerda, nos encontramos en “el punto de no retorno” y  comenzamos el viaje a las profundidades de la Tierra. A partir de ahora los pozos se irían sucediendo unos tras otros. La rutina era la misma, Pepe montaba, bajábamos e Iván recuperaba la cuerda. Ensacábamos la cuerda y se la pasábamos de nuevo a Pepe.

En la base de todos los pozos había espacio suficiente para estar los cuatro, con lo cual el descenso se hizo muy ameno.
Por fin llegamos a la famosa Diaclasa Vertical, así es que uno por uno fuimos “pasando estrecheces”. Es como un gigantesco sándwich en el que tú eres el relleno, jjj. Cuando la terminas, es como haberse hecho un lifting cuevero.

 


Ya casi estábamos abajo, y Álvaro decidió estrenarse en eso de la instalación en doble, así es que los últimos pozos se los apañó él.
Ya estábamos en el Meandro de la Borrasca, en este caso la borrasca se había quedado en viento de Levante, que yo personalmente agradecí porque iba sudando la gota gorda.
Al llegar a la cabecera del último pozo, nos quedamos callados para oir a los del primer grupo. Pepe los llamó varias veces, pero no se oía una mosca… “¿Ónde andarán?”, ¿Se habrán largado sin esperarnos?…Bueno, como ya os lo ha contado Alicia, ya sabéis el cachondeo que se traían. Cómo veis, nos lo pasamos genial, hasta dio tiempo para jugar al escondite. El reencuentro fue muy divertido y agradable y mientras estábamos de picnic sobre los grandes bloques de piedra, comentamos cómo se nos había dado el descenso.

 

 

Otra vez en marcha… Ahora tocaba destrepar la sala entre los bloques de piedra, uno, dos, tres… y tropecientos bloques. ¡Qué feliz sería aquí Obelix!
A partir de aquí, la Cañuela es una cueva amable y su recorrido entre sus bellas formaciones y entre sus majestuosas galerías, después de varias horas, te conduce hasta el pasamanos de 30m situado cerca de la salida.

 

 

Nos colocamos en la parrilla de salida del pasamanos, y al oir “ya se ve la luz de la calle”, nos íbamos sujetando cada uno a un tramo del pasamanos e íbamos dando “el libre” a una velocidad vertiginosa. La escena era muy divertida, entre “libre y libre” se oía el cacharrear de los mosquetones y las risas, y al fondo la voz de Pepe que decía : “¡Qué velocidad… no estáis disfrutando el pasamanos!, y los demás, entre risas, le contestábamos: “¡Da igual… ya no tiene remedio… ya hemos olido la calle y no hay quien nos pare!

 

 

Salimos a las 8.45 y nos encontramos con la estupenda luz de esas tardes tan largas de comienzos del verano… La BAJADA hasta el coche se hizo tipo Frank Sinatra… “A nuestra manera” …. y ¡qué calorrr!
Finalmente nos repartimos en los coches y pusimos rumbo al chuleting.
El postcueving en “Ca Carasa” fue estupendo, la jornada nos dejó a todos un buen sabor de boca, y no lo digo solo por la parrillada jjjjj.
El domingo, Iván, Pedro y Jorge se fueron pronto para Madrid, y los demás decidimos aprovechar el día. Playa en Noja, incluído baño, comida en Ramales y una inolvidable sobremesa…
Creo que no se le puede pedir más… pero sobre todo me quedo con la agradable compañía de mis compañeros y con la certeza de que realmente ¡SOMOS UN GRAN EQUIPO!

 

 

 

 

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