Travesía Crucero – Calaca


 

MANOLI RODRÍGUEZ

Aprovechando las vacaciones de Navidad nos subimos a Cantabria la semana de Reyes con la intención de hacer alguna travesía y algunas rutas por allí. La idea era hacer la travesía de Crucero-Calaca. Álvaro, en su curso de iniciación y con sus 17 años (esto fue en otra vida…), hizo la Calaca y nos había contado en muchas ocasiones que aún no se había descubierto la conexión con Crucero. Era una espinita que tenía clavada y Ali y yo (Manoli) nos apuntamos al plan. Me refiero a hacer la travesía y no a sacarle la espinita…

Pusimos rumbo a Carasa, nuestro cuartel general, y debido al mal tiempo, tuvimos que anular la realización de alguna travesía que teníamos en mente. El 5 de enero, aunque el pronóstico era de lluvia, optamos por hacer Crucero-Calaca. Dani se subió al plan y nos fuimos con el coche de Álvaro hacia la zona de Entremazos.

-¡Qué suerte!, íbamos comentando tan contentos, -¡no está lloviendo! vamos a poder instalar las dos bocas sin mojarnos…

Según nos acercábamos al collado, se nos heló la sonrisa cuando vimos que estaba todo nevado y el termómetro del coche marcaba -3 grados. La pista estaba algo “áspera” y había un badén que hubo que pasar con cuidado para no convertir el coche en el troncomóvil de los Picapiedra. Sé que con estas expresiones se me va notando la edad, pero los de mi generación lo entenderán perfectamente.

Dejamos el coche entre medias de las dos bocas. Lo de “ir al baño” fue un acto de valentía para Ali y para mí. Creo que no hace falta que os lo explique, pero volvimos a decir la famosa frase que decimos las espeleólogas en estas ocasiones: “Quién fuera tío”.

Nos colocamos los aparejos de guerra a la velocidad de la luz con las manos congeladas y nos dirigimos hacia la boca de La Calaca para dejar instalada la cuerda que nos permitiría salir al finalizar la travesía, ya que la entrada se realiza por El Crucero.

 

Nos aproximamos por el bonito lapiaz que nos conduce a la boca que se abre en una zona arbolada. Dani instaló el P27 de la entrada y nos dirigimos hacia el Mortero del Crucero.

 

Ali se encargó de instalar, yo creo que más que el ansia le pudo el frío, porque en ese momento comenzó a nevar. Una vez instalado el primer P15, fuimos descendiendo los demás.

 

Llegamos abajo mojados y muertos de frío, ya que en el descenso de los dos P15 nos fuimos mojando. Una vez en marcha y tras recorrer la sala, iniciamos la primera trepada que nos hizo entrar en calor. La parte del meandro se nos hizo muy entretenida y entre trepadas y destrepes fuimos recorriendo la cavidad.

 

 

Llegamos a una parte bonita y muy cómoda de recorrer que es la del Río Negro y sus grandes pendants.

 

Seguimos avanzando hacia la Sala del Gran Mogollón. Más trepadas entre bloques y ya sin ninguna dificultad llegamos a la sala en donde estaba la cuerda ya colocada previamente para realizar la salida por La Calaca. Por supuesto, nos hicimos la típica foto con los huesos del mortero y nos dio juego a reírnos un rato mientras Dani subía el pozo.

 

Dani y Ali salieron los primeros para ir a desinstalar los pozos de El Crucero y Álvaro y yo subimos después. Álvaro se encargó de desinstalar el P27.

 

A la vuelta nos encontramos con nuestros amigos y nos dirigimos hacia el coche. Hacía mucho frío, pero había que cambiarse de ropa porque estábamos mojados.

La recompensa no se hizo esperar, ya que quedamos en Ramales con Azahara y Jesús para comer algo. Un buen vinito y un postre delicioso acompañaron las anécdotas del día.

Esta travesía, aunque corta y fácil, es muy entretenida. Lo mejor de todo, como siempre, el grupo de amigos con la que la realizamos y los momentos divertidos vividos en el interior de la cueva. No importan los kilómetros ni el tiempo que pasas en una cueva, sino lo que vives y lo que compartes en ella…

Al día siguiente Ali, Álvaro y yo nos fuimos a hacer una ruta muy bonita, la del Ojo del Diablo, y como no, no faltaron las trepadas. ¡No tenemos remedio!

 

Fueron unos días estupendos de los que guardo un grato recuerdo.

Solo se vive una vez. Pero si lo haces bien, una vez es suficiente (Mae West).

Deja un comentario