Arañonera, T1-Santa Elena (1ª parte)


 

Después de todo un verano planificando nuestra semana grande en el pirenaico sistema de Arañonera y tras una serie de bajas y altas en el grupo, el 25 de agosto partimos en dirección Huesca el primer grupo de «espeleolocos», Guille, Jorge, Pedro y yo misma. Por historias logísticas muy largas de contar la «gran travesía» se partía en dos tramos y más tarde llegarían los demás para la 2ª parte que os narra Pepe.

Disfrutando del bello paisaje que nos regala el parque natural de Ordesa y Monte Perdido llegamos hasta el valle de Bujaruelo

Siguiendo el curso, aguas arriba, del río Ara llegamos a nuestro primer destino, el camping de Bujaruelo. Decidimos dormir sobre un colchón y descansar como «Dios manda» el día antes de… (Pedro venia directo de trabajar habiendo dormido solo 3 horas)

Albergue del camping

En el camping el muchacho que nos atendió, nos informó también que hasta hacía dos días habían estado cayendo fuertes tormentas y salia bastante agua por Santa Elena… ¡¡oh, oh!! nos vamos directos a mirar el caudal que baja de la surgencia. Según Guille, que ya había estado hace tres años haciendo la travesía, el caudal era algo mayor que la vez anterior, pero nada amenazante.
De vuelta al camping, cogemos una habitación en el albergue, trasteo de material y todo preparado para tan sólo echarnos las sacas a la espalda al día siguiente.

Día 26, 7h AM, comienzan a sonar los despertadores y aún somnolientos nos vamos vistiendo de «traje de luces» con esa sensación típica de los momentos previos a una gran travesía, al menos en mi caso, es una mezcla de ilusión excitante y respeto precavido hacia la gran cavidad dormida que espera la iluminación de nuestros frontales… espero que no se cabree cuando la despertemos y no maltrate mucho nuestros cuerpos.

La senda de aproximación comienza en una pradera a escasos metros del camping, la subida es brutal desde el minuto uno, y nada de zigzaguear… ¡a cholón!, a los diez minutos y a pesar del fresco que hacía ya nos íbamos quitando ropa, que atábamos a las sacas, acabando cual árbol de Navidad.

Tras más de una hora sin tregua, llegamos al punto en el que acaban los árboles y cruzas el arroyo del barranco del Turbón, paramos a coger agua y darnos un respiro.

La panorámica desde este punto nos descubrió unas nubes singulares que, según Guille, eran características de las cumbres en alta montaña… no recuerdo el nombre que las dio.

La aproximación continúa, ahora sin sombra, por unas praderas sin dejar de subir el fuerte desnivel, y por fin allá al fondo, podemos ver el farallón al pie del cual se encuentra la boca de la T1… ¡¡YA QUEDA POCO!!

A pie de boca sientes el frescor de la nube helada que sale de su interior, no quiero mirar hacia abajo, en ese momento mi único deseo es sacarme de encima al «cerdo» que llevo enganchado a mi espalda desde hace más de dos horas.

Repanchigados en la pradera, comimos, bebimos y esperamos a que nuestras prendas perdieran la humedad del sudor acumulado. ¡¡Y ahora sí, repuestos y preparados!!

De las dos bocas de la T1 el descenso se inicia en la menor de ellas con un pasamanos de cable de acero que nos aproxima a la cabecera del primer P10, que se encuentra equipado en fijo…¡subidón! pues hace tres años estaba toda la sima en fijo y es muy probable que sigan estando todas las cuerdas puestas. He de decir, que además de llevar cuerdas para bajar en doble, también llevábamos cuerdas suficientes para dejarlas en fijo hasta la Bifurcación, para que el grupo que haría la A31 saliese por allí.

Guille iría primer lugar, y a medida que fuera viendo las cuerdas, nos iría avisando al resto para que dejásemos las nuestras, que finalmente no harían falta y supondrían un peso extra e innecesario en la travesía. Por experiencia sabemos que cada gramo de más cuenta.

El descenso de los primeros pozos hay que hacerlo de forma coordinada por las peligrosas rampas de piedra y hielo. En los tubos de viento la sima ruge como un huracán helado que te congela las manos hasta volverte torpe en el manejo de los aparatos… mi primer pensamiento, «¡¡ya está, se ha cabreado… y mucho!!»

Tras el P15 y ayudados por el puño, accedemos a la ventana en la que unas cuerdas descendentes nos llevan a la cabecera volada del P35 en la pared de enfrente, desafío… ¿a qué no pongo el pedal?

La sima sigue equipada en fijo para nuestro regocijo y continuamos sin problemas hasta la Gran Rampa que nos deja sobre la cabecera de P30, uno de los spits se mueve… «No me gusta» le grito a Guille, a lo que él me contesta con un categórico «¡¡baja ya!!», me estaba esperando cámara en mano. Perdonadme si hay muchas fotos mías, pero es lo que tiene ir al lado del reportero gráfico, ¡te cose a disparos!

Tras de mí, llegaron Pedro y Jorge a la Bifurcación. Aquí se está mucho mejor sin ese viento helado y podemos parar un segundo para dirigir nuestra mirada hacia la derecha, conexión que viene de la A31, por donde nos imaginamos, subiendo la rampa, al segundo grupo, que dos días después saldrían por allí.

Nuestro camino se encuentra hacia el lado contrario, por una galería descendente a la izquierda con el suelo de piedras que puede causar algún que otro tropezón.

Enseguida encontramos el pasamanos que cruza a modo de quitamiedos un puente de roca (tienes «torta» por ambos lados) y te deja en la cabecera del P9

Continuamos bajando la galería con la misma dinámica de piedras y bloques hasta encontrar, a nuestra izquierda, el P29 y tan sólo unos metros mas allá, el vivac de exploración «alto standing» preparado por E.C.de Gracia

¡¡Hasta con zona wifi!!

También estaba ahí el papel en el que hace tres años C.E.Viana constató su visita, y como no, añadimos la de este año.

Bajando el P29 decidimos poner nuestra propia cuerda, pues la que había tenia un importante roce salvado por un nudo, además de unos cuantos más de menos importancia, y mejor no machacarla más. Fue el único punto de la travesía en el que sacamos la cuerda de la saca.

Tras este pozo el meandro se desfonda en un corto tramo hasta el P9 y P30

Aquí comienza una de las zonas divertidas, un largo pasamanos ascendente que evita un gran desfondamiento, para luego volver a bajar al meandro… Usas la oposición y el ingenio para pasar de un tramo a otro.

Ya sólo nos quedaba bajar tres pocetes más para encontrarnos con el que hacía rato ocupaba nuestros pensamientos… el fabuloso P90. Fabuloso fue también encontrar la equipación en fijo… dos cuerdas para el rapel y dos más de cuerda guía… ¿qué más quieres?. El rapel guiado te lleva suavemente en su primer tramo de 40mts. hasta la plataforma al otro lado del pozo y desde aquí, también a cuerda puesta, hasta el suelo con algún fraccionamiento intermedio.

último pozo antes del rio

Rapel guiado del último pozo antes del río

Aquí se acaban los descensos y cambia por completo el aspecto y la tónica de la travesía, hemos llegado al curso activo. La base del P90 que acabamos de bajar nos proporciona una agradable sala en la que descansar, comer algo y ponernos el sufrido neopreno… No puedo evitar el recordar a Pedro poniéndose su neopreno de «chicle» metido en el agua helada… ¡¡brrrr!! sólo verle me daban tiritonas!!

Ahora sólo nos queda seguir el río, jaja. El primer tramo de río tiene más bloques que agua, te lo pasas «pipa» bloque pa’ rriba, bloque pa’ bajo, sobre todo, teniendo en cuenta que el neopreno te da la movilidad de Clip de Famobil.

Bloques del río

Algún tramo amable, y varios resaltes con cuerda fija nos van llevando río abajo…

En este tramo del río, el nivel del agua apenas te pasa de la cintura en algún punto, hasta llegar a la confluencia con una gran galería completamente inundada que llega por la derecha. Se trata de la Vía Mojada,que vierte todo su caudal sobre la galería por la que nosotros seguimos nuestro recorrido.

A partir de aquí, te mueves prácticamente todo el tiempo dentro del agua, siempre y cuando no quieras hacer un poco de ejercicio por los pasamanos superiores que evitan las zonas más profundas, que llevando neopreno es absurdo.

Poco a poco desaparecen las grandes zonas inundadas, en un preludio de la desaparición del río entre bloques.

Donde la galería se ensancha y ya puedes dejar de caminar por el cauce del río, decidimos parar a quitarnos las chaquetas de neopreno…¡¡qué gustazo!! poder mover los brazos como un ser humano normal. Nos facilitaría la subida por las cuerdas del P20 que encontraríamos a nuestra izquierda en unos momentos y nos sacaría a un nivel superior, abandonando definitivamente el curso activo de la cavidad

Tras subir este P20, que en realidad es un pozo rampa de dos tramos, nos encontramos en una galería fósil de techo bajo que nos obliga a gatear en algunos puntos.

Bordeamos el desfonde que se comunica con el río que abandonamos momentos antes, ya sólo nos quedan uno metros para salir por Santa Elena!!

Pero la cueva no nos dejará marcharnos sin darnos un último «achuchón» de despedida… El Paso del Cuatro. El viento helado arrecia de nuevo en la estrechez de esta gatera ascendente. Apenas puedes escuchar a tu compañero y tampoco puedes verle por la forma de cuatro. No es que sea muy estrecha, pero la saca se atasca y ya estás cansado de tirar de ella toda la travesía.Es uno de esos momentos en que si no fuese porque sabes que en el fondo la necesitas, las dejarías abandonada en ese lugar sin ningún remordimiento.

Cuando asomas la cabeza por el último tramo del Cuatro te das cuanta de que ya estás en la calle.

 

Si alguien piensa que una vez fuera se acabó la aventura se equivoca. Hay que descender hasta la pista de Bujaruelo y lo haces por una senda mínima a ratos y el resto bajando por el cauce del barranco. Incluso hay un momento en que una fuerte caída del agua te obliga a anclarte a unas cadenas en la pared y hacer un rapel con una cuerda fija que hay para este propósito… ¡Menos mal que no nos hemos quitado los neoprenos ni el arnés!

Cuando llegas a la Ermita de Santa Elena, ya tienes un camino, que después de lo pasado te parece la M-30.

Se acabó, la actividad ha sido de lo mas completa: hemos hecho alpinismo en la aproximación, espeleología de la buena y hemos acabado con una pequeña dosis de barranquismo. Ahora sólo falta que Pepe nos esté esperando a orillas del río Ara con una piragua jjjj… y Pepe nos estaba esperando… pero sin piragua, ¡¡menos mal!!

Tras la alegría por encontrar a Pepe esperándonos (saludos, abrazos y enhorabuena), nos marchamos a la pradera donde montamos nuestra fiesta particular. Después de cenar y copa en mano, nos dieron las tantas contando las aventuras y desventuras de hoy y de ayer… ¡si no fuera por estos ratos!

Vivaqueamos allí mismo y nada más abrir los ojos, encontrarte rodeado de picos y con el sonido del río al lado, no tiene precio.

Después de un buen desayuno hay que reorganizar todo el material.

Jorge y yo partimos ese mismo día para nuestra tierra, y el resto se quedó a esperar a Quique y Jose María que llegarían por la tarde para hacer juntos la travesía A31-T1 al día siguiente. Nos vamos con una espinita clavada porque nos quedamos sin conocer esa otra parte del sistema, pero ya caerá, ¿eehh Jorge?… Aahh y también por no poder felicitar a Quique en persona, que cumplía años ese día…¡mecachis!

En cualquier caso y como siempre, ¡un placer chicos!

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